Construida originalmente en el 1817 y reconstruida en hormigón el 13 de septiembre de 1928, a raíz del destrozo que dejó el huracán San Felipe. La fachada actual data del 1956. La Parroquia tiene como Patrona “La Exaltación de la Santa Cruz”. Las campanas de la Parroquia se llaman Ana y María. Ana tiene inscrito el año 1900 y María tiene una inscripción que data del 1928, la cual indica que fue donada por el Sr. José Suárez de la Finca El Refugio. A principios del siglo 20 se escuchaba en nuestro pueblo una sonoridad grave y aguda. Las campanas se utilizaban para convocar al pueblo a las celebraciones católicas. También, cumplieron otras funciones adicionales como marcar la hora y emitir aviso en ocasiones de peligro. El redoble más precipitado ponía sobre aviso a la población del inminente azote de un huracán.
Siete años después de estar fundado el Municipio, aún los vecinos de Trujillo esperaban por la construcción de su parroquia. El 9 de enero de 1808, el Obispo Juan Alejo Arizmendi, hizo una visita pastoral al incipiente pueblo, eligiendo en esa ocasión el sitio donde se debía levantar el templo parroquial. Casi a fines del mismo mes, el 27 de enero, el gobernador Toribio Montes ordenó el que se eligiera un arquitecto hábil para tales fines. Pero no había fondos ni menos colaboración de los vecinos de la parte baja (oeste del Río Loíza) para emprender la obra.
Don Pedro Díaz, Teniente a Guerra de la parte alta de Trujillo (este del río), optó por solicitar la cooperación del Maestro Mayor de Reales Obras, de San Juan, para que preparase el plano, sin éxito. Ante la negativa, propuso que se levantara un edificio provisional, en madera. Además, logra reunir a varios vecinos para tratar el asunto, eligiendo a don Lino María Valdejulli, hombre de prestigio que vivía en el barrio Candelaria, como apoderado de la Iglesia, esto es, para que asumiera la dirección de los trabajos. También, se nombró al maestro carpintero don Nicolás Ruiz, vecino del barrio Carraízo.
Al año entrante, nada se había adelantado. El 29 de octubre de 1809, Díaz escribió lo siguiente al nuevo gobernador Salvador Meléndez Bruna: “Trujillo no tiene ni siquiera la ermita donde antes celebraban los oficios divinos”. Esta situación la atribuyó al hecho de que: “Cada cual quería tener el templo en el umbral de su casa”.
Para principios de 1814, todavía no había concluido la construcción del templo, pero se estaba trabajando en ello. Díaz seguía estableciendo como causa, la falta de cooperación del ayuntamiento de Trujillo, el cual estaba bajo la dirección del alcalde Valdejullo y los vecinos del oeste. Los trabajos estaban siendo realizados, principalmente, por él, su hijo Manuel, sus esclavos y varios vecinos, bajo la dirección del albañil don Laureano Piedrabuena, quien había sustituido al maestro carpintero Juan Nicolás Ruiz.
Para fines de 1814, tal parece que la iglesia estaba concluida, quedando levantada en el mismo lugar en que radica hoy día, como fuera establecido elegido por el Obispo Arizmendi.
Las primeras noticias que hicieron mención de su titular, la Santa Cruz, surgieron en 1816, cuando el padre Fray Manual García Serrano, hizo entrega de la misma al nuevo párroco Fray Antolín de Caldas. Al próximo año, un acta del ayuntamiento estableció que la iglesia estaba construida y reedificada una ermita. Pedro Tomás de Córdova, en su obra Memorias, establece que ésta fue erigida en esa fecha (1817). La iglesia en honor de la Santa Cruz quedó instituida.
¿Quién le otorgó el titular y advocación de la Santa Cruz? Los expedientes claves para confirmarlo no han sido localizados hasta la fecha; posiblemente desaparecieron con incendio ocurrido en la ermita antes de 1815. El número del boletín La Cruzada, del 25 de octubre de 1981, publicado por la iglesia católica, plantea que con toda probabilidad que la advocación no surgió del pensamiento del Obispo Arizmendi, pues él era devoto de San Miguel de Arcángel. Quizás, algo tuvo que ver la fecha en que fue instituido el nuevo municipio (¿cerca del 3 de mayo?).
En 1829, el informe del obispo Gutiérrez, reseñó su visita a Trujillo Alto, el cual decía que la iglesia era “buena”, hecha de mampostería, cubierta de madera y tejas, y tenía “regulares ornamentos”. A su vez, debido a que los muertos estaban en el atrio, mandó a que se construyera un cementerio a las afueras del pueblo, para trasladarlos allá.
Finalmente, hay noticias del intento de construir una iglesia nueva, más amplia y sólida, desde 1844, algo que no conseguiría hasta principios de la década de 1850.
Fuente de información Historia documental de Trujillo Alto, Wilmelm Hernández, 1995
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